Uno muere, millones lloran. Millones mueren, ni uno llora.
¿Qué
es lo que está mal? ¿Por qué hay que cambiar el sistema? La respuesta es: Porque somos esclavos.
Hay descontento, hay decepción y hay desesperanza ante la deriva social, cultural y política. Se percibe en cada conversación y es cada vez más repetitivo. A veces parece una olla a presión a punto de estallar. Pero junto a la desesperanza hay esperanza y deseo de cambio.
No en todos, sin embargo: La capa muy ilustrada de la sociedad sabe que todo es mentira, pero la menos informada cree en la mentira como si fuera verdad. Si uno se mueve sólo en el primer grupo, puede caer en el error de considerar que el descontento es universal y que bastan la puesta en común y la organización para cambiar las cosas. Pero es suficiente una ojeada al grueso de la sociedad para percibir la poderosa inercia mental sembrada por el sistema mismo con el fin de perpetuarse. [LEER MÁS...]
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